enero 05, 2007

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE MANUEL



Manuel : nombre masculino de origen latín. Dios con vosotros.

Hoy, temprano, caminando, me encuentro con Manuel.
Está más delgado. Aunque se empina por los 50, parece un niño. Camina con su maletín y su delantal con paso calmo y juvenil. Es un profesional destacado que dirige una organización destacada.
Manuel me besa y sonríe. Acordamos el día en que nos juntaremos la próxima semana a tomar el té. Hay que avisarle a Drew y las demás.
A todas nos encanta juntarnos con él.
Él es un solsito: tibio, luminoso, sencillo, encantador...
Hace un año nos conocimos y sin darnos cuenta tejimos una amistad entrañable, profunda.
Me contó que cantaba y me regaló un Cd con grabaciónes de su juventud. Me contó que escribía y me trajo los papeles amarillos que escribió con máquina de escribir. Sus poemas eran del estilo de Max Jara ( Ojitos de Pena, Carita de Luna). Él es así, concreto, claro en sus afectos.
Por capítulo me contó su vida.
Primer Matrimonio ( fotos incluidas), primer hijo. Me habló de lo que sintió cuando encontró a su mujer en la cama con su mejor amigo...cómo terminó de modo tranquilo con todo.
Dos relaciones importantes, la locura de los años juveniles, más engaños, más perdones.
Hablamos del hijo cuya existencia conoció 12 años después de su nacimiento y cómo en una invitación a un café le fue revelada la verdad.
Hoy me encontré caminando con mi amigo Manuel: gran profesional, hombre dulce e intenso, padre de muchos hijos, ex de muchas, amante de otras tantas, amigo insustituible, conversador sensible y poeta.

Manuel, como el médico exquisito que visito cuando me aburro.
Manuel, como mi amigo, el de los lentes Ray Ban, al que le declaré, después de 15 años, mi amor pasado.
Manuel, como el amado de Amanda, el padre del cantor que trabajaba en la fábrica y que un día no volvio más... Manuel, como el guerrillero insigne...o como el illapelino encantador de mi niñez...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando logramos comprender que nuestro error está en creer que no necesitamos de nada ni de nadie, abrimos los ojos ante una gran obscuridad y nada vemos... sólo escuchamos nuestra respiración entrecortada por los esfuerzos que hacemos para sobrevivir...
Pero conscientes de ser conducidos por una verdadera fuente de energía vital que nos hace crecer y nos edifica, se nos presenta delante de nosotros un principio fundamental que perpetúa la vida: el amor genuino.
Cuando todo lo que creemos, todo lo que sentimos, todo lo que pensamos, todo lo que hacemos, todo lo que compartimos y todo lo que damos es hecho con y por amor, renace la vida, crece el mundo y aflora el disfrutar de nuestros logros: la felicidad.
Un hombre camina por el mundo, amando libre, distante al tiempo, citando un verso que le argumentará la ruta improvisada... vuelve a nacer el tiempo, hipotecando recuerdos...
Un hombre maduro y tranquilo camina por el mundo, llevando una intensa y experimentada vida como testimonio de su paso por el mundo, con todos los matices de las emociones, sentimientos y pasiones...
Un hombre amante camina por el mundo entregando todo lo que ha recibido, acariciando y susurrando al oído las palabras que hacen mover el universo: te amo... te amo porque me nace y disfruto hacerlo... aunque no me lo pidas...

Unknown dijo...

Muy bello tu blog Marce, como tú misma.
Besos, cariños múltiples e infinitos,
Manuel.