septiembre 15, 2009

Recuerdo perfecto la noche que te conocí. Fue el 17 de febrero . Sé dónde te conocí, la hora, ciscunstancias, la temperatura y los zapatos que vestía. Recuerdo el instante preciso en que escuché por primera vez tu voz profunda. Recuerdo el color de tu camisa y la expresión ansiosa en tu ojos.
Una no conoce el momento en la existencia de una va a cambiar de rumbo para siempre jamás.
Una no sabe... una lo desconoce... y es lo mejor, porque... y si una se acobarda, me pregunto ?
No sabía que estabas destinado a convertirte en mi amigo tan querido... que hablaríamos cientos de miles de horas desde aquél día, que viajaríamos tanto, tanto... que recorreríamos el Desierto, desierto, desierto, con la Luna llena como guía...
No sabía lo que era estar sola, no conocía tu ausencia, tu compañía, tus palabras siempre claras, tu responsabilidad y tu compromiso. Tus amaneceres atormentados.
No sabía que ahora tendría quién me recogiera en el Aeropuerto en Santiago, que los cafés, almuerzos, desayunos...
Ignoraba la intensidad de este cariño del que una vez al mes quiero huír a perderme. Y es que pareciera que tanto cariño no fuera cierto.
Una no entiende que hay momentos que son únicos. Como aquél en que nos encontramos y comenzamos a soñar juntos.
Y vivir tragedias, amores, penas, alegrías desde nuestras voces lejanas.
Es extraño el momento en que la vida de una cambia para siempre jamás... de modo inevitable... sin que una pueda hacer nada... Dulcemente... Irreversiblemente...Nada...






2 comentarios:

INSECTARIO dijo...

Uuuu, la memoria!!!
;)

Claudia Castora dijo...

Y bue, es una bendición estar atada de manos a un destino así.
Que bello caura, que bello.