Querido Hijo,

Y cuando tomo consciencia de mi vida
es en días como hoy...

En que hace 10 años a esta misma hora partimos
en bus hacia el Hospital Regional de Antofagasta.
Los dolores habían aparecido, de modo intermitente
desde la madrugada...
Y esta vez era impostergable.
Habían dos semana de yapa,
exámenes y alto riesgo de por medio...

Y mientras saltábamos por las
calles pedregosas de Antofagasta,
me preparaba y lo preparaba
para el encuentro que nos esperaba...
Sin miedos, sin temores...
Ni la mínima expectativa...

Me sumí en un estado de cósmico silencio,
y durante las siguientes dos horas, sólo
estaba conectada contigo, hijo en el vientre...
Respiraba profundo, ayudándote a oxigenarte....
Tomaba posiciones aprendidas del yoga
para juntos, acercarnos a tu vida...

Y lo bueno de parir como pobre
en Hospitales pobres es que nadie te friega,
que te dejan hacer tu trabajo de modo animal...
Naturalmente sola...
Sin tubos, ni jeringas, ni epidurales, ni anestesias de por medio...
Y entonces fluye la vida como el torrente más poderosamente imaginado...

Y un día como hoy, hace 10 años naciste, hijo maravilloso,
en medio de mis rezos litúrgicos y paganos,
de garabatos, maldiciones, ruegos, gritos y los dolores más grandes de la historia...
Lo hicimos juntos, juntitos, los dos....
Y vi tu mirada por primera vez... y me enamoré de su mirada antigua y sabia....

Luego de aquél momento yo me sentí inconscientemente invencible, insuperable, inquebrantable....
Insuperable, invencible... inquebrantable....
Inquebrantable, invencible...insuperable...